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retos de una “isla” fronteriza

 

cambios sociales y política

  Pese a los cambios producidos en nuestra sociedad durante la crisis, los partidos políticos siguen basando sus estrategias y programas en la mercadotecnia política, evolucionando en las técnicas de comunicación (ahora es la época de las redes sociales y de los monólogos) pero manteniendo el mismo objetivo, convencer a sus seguidores de que son la única solución frente al oponente, algunos van más lejos y se proclaman salvadores ante el caos, y de que solo hay dos opciones, o conmigo o contra mí, donde no hay diálogo y consenso sino discusión y reproches. Esta polarización impide que se solucionen los problemas importantes, malgastando tiempo, dinero y esfuerzos; y lo que es peor, talento. Esta manera de entender la política hace que personas verdaderamente preparadas prefieran no comprometerse en política para no tener que rebajarse a tan ínfimos niveles éticos y morales, dejando la toma de decisiones a personas no cualificadas. ¿Es pues la mediocridad de la mayoría de nuestros políticos (siempre hay excepciones) una muestra de la mediocridad de nuestra sociedad? Yo me niego a aceptarlo aunque sí es cierto que una gran parte de nuestra sociedad vive de nuestros dirigentes, gracias a las redes clientelares creadas, donde ambos se retroalimentan.

Pero los recientes cambios sociales también nos han aportado nuevas maneras de involucrarse en política, aunque sea indirectamente, a través de la democracia participativa, entendida esta como el seguimiento y control, por parte de ciudadanos o colectivos, de las decisiones tomadas por nuestras autoridades y que pueden ir desde un simple artículo analizando un proyecto (como los que escribí sobre la frontera de Ceuta o la Gran Vía de Ceuta o como hace Julio Azuara en su blog), pasando por las alegaciones de un colectivo profesional a una normativa (como las presentadas por el Colegio Oficial de Arquitectos de Ceuta a la revisión del PGOU), hasta la recaudación de fondos para presentar una demanda contra políticos por corrupción (véase @15MpaRato). Esta participación llevada a cabo por especialistas, o conocedores de las distintas materias, puede ayudar a optimizar los recursos y a defender el interés general por encima de los intereses partidistas o personales, que es lo que hoy predomina. Un alto funcionario en Madrid me explicó cómo a lo largo de los años se había intercambiado el orden de los intereses de nuestros gobernantes a la hora de tomar decisiones. Antes, el orden de prioridades era Europa, España, el partido en el poder, el Gobierno, el presidente; ahora es el presidente, el Gobierno, el partido en el poder, España y por último Europa. Esta escala de intereses también se ha invertido de la misma manera tanto en comunidades autónomas como en ayuntamientos.

Es evidente que nuestros dirigentes han perdido la capacidad de analizar, de consensuar y de tomar decisiones que persigan el bien común, ya no lideran, simplemente reaccionan en función de las últimas noticias o del último tweet; por ello es importante que la sociedad se implique en el control de la acción de nuestras autoridades y en la participación de las soluciones.

 

territorio y gestión

   Para poder gestionar un territorio es imprescindible entenderlo y conocer las implicaciones que pueda provocar su entorno. Si nos ceñimos al caso de Ceuta, veremos que nos encontramos con un caso muy complejo por diversas razones. Se trata de un territorio de reducidas dimensiones situado fuera del continente europeo (desde el punto de vista geográfico), siendo la única frontera terrestre, junto con Melilla, de Europa en África. Mientras nuestro estatuto de ciudad autónoma nos otorga un buen número de competencias estatales (y por tanto un presupuesto y una capacidad para desarrollar reglamentos y normativas que no tienen otras ciudades españolas), nuestros dirigentes siguen pensando y actuando como concejales, acudiendo a Madrid cuando no saben solucionar sus propios problemas, que en muchos casos son inherentes a la condición geográfica y que por tanto no se encuentran en otras ciudades, es decir, no pueden copiarse de otros lugares, sino que deben pensarse e implementarse soluciones que probablemente serán singulares. Por otra parte, el país vecino tiene también sus propias complejidades (internas y externas) y utiliza constantemente la frontera para presionar a España y a Europa, en asuntos que en la mayoría de los casos no tienen nada que ver con nuestra ciudad. Por si no fuera poco, también terminamos sufriendo las consecuencias derivadas del desconocimiento, de los prejuicios y de la prepotencia que muchas de nuestras autoridades (locales y nacionales) tienen respecto a Marruecos. El resultado es la crisis que vivimos desde hace 10 años en Ceuta a causa de la frontera y que no tiene visos de solucionarse, todo lo contrario. Ahora llegan elecciones y empezamos, de nuevo, a entender promesas y propuestas tanto de políticos locales como nacionales, que muestran la mediocridad de los mismos y la falta de conocimiento de Ceuta y del norte de África.

 

autonomía y autosuficiencia

   Los problemas de Ceuta no se resolverán con un programa político sino con un cambio de actitud, de los políticos y de nuestra sociedad. Ningún partido en solitario va a resolver los problemas de la frontera, ni siquiera los partidos con representación podrían solos, debe ser una tarea conjunta de las autoridades, de los partidos políticos, de los colectivos profesionales, de las asociaciones; en definitiva, de toda la sociedad. Mientras nadie plantee un pacto a tal fin, seguiremos languideciendo; y cuanto más tiempo pase, más difícil será recuperarnos y peores serán las consecuencias (que ya sufrimos) de orden económico, social, cultural y político.

Desde mi punto de vista sería necesario la creación de un instrumento que posibilite un seguimiento no sólo de los problemas de la ciudad, también de Marruecos. No se trataría de un Consejo Económico y Social, sino de algo más parecido a un laboratorio de análisis y de ideas, en las que haya profesionales de prestigio que establezcan una estrategia que nos permita entender Marruecos; y que propongan medidas a desarrollar por parte de la Ciudad, del Estado y/o de la Unión Europea. Son muchos los ceutíes que tienen vínculos profesionales, culturales y sociales al otro lado de la frontera y que nos podrían permitir saber qué está pasando, cuales son las prioridades, los problemas y las ambiciones tanto de la sociedad marroquí como de sus autoridades. Algunos de estos factores serán comunes, otros no, pero para negociar es esencial conocer al otro y tratarlo como un igual, teniendo presente que está en juego el futuro de nuestra ciudad, el del norte de Marruecos y el del norte de África.

Crear vínculos extraoficiales es esencial en los espacios fronterizos; a veces no somos conscientes de lo importantes que pueden ser, sobre todo en tiempos de crisis, como demostramos con el mural que el pintor marroquí Mohamed Benyaich hizo durante las obras del Desdoblamiento del Paseo de las Palmeras en plena crisis de la isla del Perejil, ayudando a rebajar la tensión, tal y como nos confirmaron fuentes diplomáticas españolas y marroquíes meses después.

No obstante, de todos es sabido que incluso cuando las relaciones hispano marroquíes atraviesan por sus mejores momentos, ello no es óbice para que haya desencuentros diplomáticos y que estos se traduzcan en situaciones complejas en la frontera, relacionadas con la immigration, el contrabando de subsistencia o con el turismo. Esta realidad nos obliga a pensar alternativas para que la ciudad no dependa del estado de las relaciones con Marruecos.

En mis investigaciones en el desierto he aprendido cómo una población es capaz de adaptarse a condiciones muy adversas, utilizando sus propios medios y tecnologías, desarrolladas y mejoradas durante siglos, para conseguir niveles óptimos de calidad de vida. Creo sinceramente que debiéramos adoptar la misma actitud para enfrentarnos a nuestros problemas y resolverlos nosotros solos. Esa actitud debiera iniciarse con un ejercicio, el de imaginar una situación extrema (y no deseable) de aislamiento geográfico, político y económico.


¿Qué sucedería si la frontera se cerrase indefinidamente y a la vez ya no perteneciésemos ni a España ni a la Unión Europea (pero sí a la OTAN)?

La experiencia como Ciudad Autónoma nos sería muy útil para gestionar los servicios, pero hay asuntos que tendríamos que afrontar con urgencia y que ahora realiza el Estado. Por ejemplo, tendríamos que dotarnos de unas leyes adaptadas a nuestra realidad, necesitaríamos establecer un servicio diplomático; y lo más importante, tendríamos que generar ingresos que sostengan la economía de una isla autónoma y autosuficiente.

¿Podrían las actuales autoridades gestionar tal situación? No lo creo, habría que “repatriar”, urgentemente, ceutíes con amplia experiencia y capacidad en los campos requeridos para poner en marcha un mecanismo de supervivencia. Ya no habría sitio para los “leales” a un partido o a un dirigente, sino para los más capacitados; sería el turno de la meritocracia ante la dedocracia y la mediocracia.

Pero si seguimos pensando en los retos que tendríamos que resolver (insisto, con nuestros propios medios), nos encontraríamos con el problema de la producción energética. Inicialmente seguiríamos usando la central térmica, pero inmediatamente pasaríamos a desplegar paneles fotovoltaicos y aerogeneradores, al mismo tiempo que empezaríamos a investigar cómo reducir el consumo energético de la ciudad (a pequeña y a gran escala) y cómo sacarle más partido al viento, al sol, al oleaje, a las corrientes, a la geología… La investigación y desarrollo sería, posiblemente, la clave de todo. Empezaríamos a invertir en investigación en todos aquellos campos que nos lleven a la autosuficiencia, por pura necesidad.

 

¿Y Marruecos? ¿Como procederíamos para establecer relaciones diplomáticas? Para empezar estaríamos obligados a aprender además del castellano, el francés y el árabe estándar, y tendríamos que asumir que en una mesa de negociación, ahora Marruecos sería aún más fuerte puesto que no tendríamos el respaldo ni de España ni de la Unión Europea. Necesitaríamos una estrategia inteligente a largo plazo, como la que desarrolló Qatar frente a Arabia Saudi, pero sin sus recursos energéticos...

Estos son solo algunos ejemplos de las nuevas situaciones a las que nos tendríamos que enfrentar y que provocarían un cambio radical de actitud, de los ceutíes como sociedad, de nuestras elecciones a la hora de elegir gobernantes, del control sobre la acción de los mismos y por supuesto, de nuestras autoridades, que tendrían que convertirse en líderes.

Las últimas preguntas que planteo serían, ¿porqué no cambiamos ya todos de actitud?; ¿la situación no es lo suficientemente límite para que reaccionemos?; ¿hasta cuándo vamos a seguir tolerando este manera de hacer política?

Ceuta, 1 de febrero de 2o\º\


fotografías y textos © Carlos Pérez Marín