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más Ceuta

consideraciones para un futuro

 

. prefacio

Durante décadas nuestras autoridades se han dedicado a gastar (que no invertir) y recaudar, actuando siempre por impulsos, sin una mínima programación. Nunca ha existido un verdadero interés por planificar (más allá de los 4 años) ni por buscar recursos propios (mediante estudios e investigaciones) para alcanzar un mínimo de autosuficiencia en ámbitos como la economía, la energía, el urbanismo, la gobernabilidad… Ante las dificultades, la actitud siempre ha sido de victimismo; la culpa siempre era de los otros, nunca de los errores propios de gestión; los esfuerzos por resolver los problemas se concentraban en pedir dinero a Madrid. En el fondo, creo que nuestros representantes sufren un acuciante complejo de inferioridad que les impide soñar y aprovechar las múltiples posibilidades de desarrollo económico, social y cultural que nos ofrece la ciudad y su entorno, aunque para ello se requiera un cambio de mentalidad y también un esfuerzo por parte de nuestras instituciones y de sus ciudadanos. Desde mi punto de vista tenemos que volver a lo que siempre fuimos los ceutíes, tenemos que recuperar nuestra identidad, necesitamos MÁS CEUTA


*tras escribir estas reflexiones he visto que el título ya había sido utilizado por Alberto Núñez en un artículo, MEJOR, MÁS CEUTA, aparecido en el Faro de Ceuta a propósito del Plan Estratégico sobre el que trabaja la Ciudad; además de coincidir en la mayoría de planteamientos, creo que es pertinente reincidir en la idea que engloba el título.

 

. introducción

Hace unas semanas la Ciudad inició los trabajos para redactar un programa de medidas al que han denominado Plan Estratégico, utilizando como base el documento Por un futuro más estable y seguro para Ceuta, si bien ellos mismos afirman que se centrará fundamentalmente en aspectos económicos, es decir, que no se trata realmente de un Plan Estratégico, por ello deberían cuidar la terminología para evitarle falsas expectativas a los ciudadanos y a ellos mismos. 

Sin querer entrar en cuál sería la metodología de trabajo que realmente nos ayude a resolver los numerosos retos y desafíos que nos plantean estas crisis, parece evidente que si la acción del Gobierno se va a basar en un modelo económico y de ciudad basado en más España y más Europa, está mostrando en primer lugar, una ausencia de autocrítica que pueda ayudarnos a entender cómo hemos llegado a esta situación, también denota una falta total de análisis y reflexión sobre el estado actual, centrándose en una especie de negociación que dé lugar a una serie de medidas que bien podrían formar parte de un programa electoral. Para poder aportar soluciones tendremos que pensarlo todo de todas las maneras posibles, basándonos en nuestra IDENTIDAD para lo cual tendremos que hacer precisamente una serie de reflexiones previas acerca de nuestra IDENTIDAD.

Para entender las implicaciones que una conciencia identitaria tendría en las estrategias de futuro de una ciudad, voy a hacer una serie de reflexiones en ámbitos como el educativo, el patrimonio histórico, la cultura y la planificación del territorio, a través de mi propia experiencia para que no parezca que solo expongo utopías.

 

. identidad

La búsqueda de nuestra IDENTIDAD plantea temas polémicos que son necesarios abordar si queremos ser sinceros con nosotros mismos y queremos avanzar en las soluciones, alejados de la polarización a la que nos someten los políticos locales y nacionales. Renunciar a dichos enunciados, o aplazarlos, nos impedirá salir de la crisis, y aún peor, provocará otras aún más graves en un futuro.

¿Por qué seguimos negando la africanidad de Ceuta y de los ceutíes? Nuestra posición geográfica es incuestionable y ello no debe suponer una negación de Europa ni mucho menos de España; tener conciencia plena de nuestra situación entre dos continentes puede, debe, tener implicaciones en la conformación de nuestra IDENTIDAD y además nos puede ayudar en la búsqueda de soluciones. Por propia experiencia, en ámbitos profesionales, educativos, culturales y sociales en Marruecos, he visto cómo la percepción de mis interlocutores hacia mi persona cambiaba casi radicalmente tras unas breves conversaciones, pasando de ser un español más a un español africano, alguien de la misma región geográfica (que no país), con sensibilidades y conocimientos sobre el lugar la cultura y la historia que no se encuentran normalmente en los “españoles europeos” que van a Marruecos (o a cualquier otro país africano o de la región MENA), con lo que la conversación se pudo llevar a cabo al mismo nivel, sin ningún tipo de complejos, tanto de superioridad como de inferioridad, de uno o de otro. Ese conocimiento debería fomentarse en nuestra ciudad, porque nos permitirá relacionarnos mejor con nuestro entorno.

También necesitamos debatir sobre qué tipo de sociedad somos, empezando por un rasgo que ahora mismo nos diferencia. ¿Somos una sociedad cristiana, islámica, laica, árabe, multicultural, multireligiosa? Aún mezclando conceptos, tal y como se hace en la escena pública, parece evidente que si la población mayoritaria de un territorio habla una lengua (o dialecto) que proviene del árabe, lo lógico sería afirmar que ese es un territorio árabe. Ahora bien, ese término no implica una religión determinada, se puede ser árabe y cristiano, árabe y judío, árabe y musulmán, árabe y ateo (por supuesto árabe y español) tal y como vemos en otros países. Aunque en Ceuta la población mayoritaria todavía no es la árabe, puede que lo sea en un futuro inmediato y la aceptación de ese hecho hay que hacerla con naturalidad, siendo también conscientes de lo que significa, pues ciertas resistencias generan graves problemas, de hecho llevan años germinando en nuestra ciudad. Es aquí cuando aparece el factor religioso y donde la separación entre los términos árabe (aunque quizás debería ser beréber si en lugar de la lengua utilizáramos la tribu como elemento de cohesión) y musulmán es más necesaria, para evitar caer en una islamización de la ciudad que pueda tener connotaciones más allá de la religión; la radicalización (el mismo peligro correríamos con el cristianismo o con el judaísmo). Por ello es fundamental la laicidad como instrumento vertebrador de una sociedad, la nuestra, con múltiples religiones y costumbres. Es cierto que hemos hecho avances importantes, mucho más que en cualquier otra ciudad española, pero solo el desarrollo laico de nuestra sociedad y de sus instituciones nos evitará mayores problemas. La laicidad no implica la supresión u ocultamiento de fiestas y tradiciones, pero al mismo tiempo debiera impedir una exaltación de las mismas para mostrar cierta superioridad o legitimidad. 

 

. educación

Una reafirmación de nuestra IDENTIDAD debería tener repercusiones en el sistema educativo. Si somos conscientes de que podemos tener un mayor conocimiento de la cultura árabo-musulmana y del continente africano, necesitaremos potenciar aspectos educativos como la lengua y la formación, pero desde un punto de vista pragmático. Si desde primaria estuvieran implementadas las enseñanzas del español, del inglés y del árabe estándar, las posibilidades de encontrar empleo para los jóvenes ceutíes se verían incrementadas considerablemente, tanto en las empresas españolas con inversiones en países árabes y/o musulmanes, como en las empresas de estos países que invierten en España, de hecho son muchos los ceutíes musulmanes que ya aprovechan esa dualidad occidental-árabe, Europa-África o Medio Oriente para desarrollar sus negocios y actividades en Ceuta y en el extranjero (a veces desde nuestra propia ciudad). 

Una vez establecidas las bases, estaremos en condiciones de internacionalizar nuestra educación a diversos niveles; enseñanza secundaria, superior, postgrado e investigación, atrayendo talento africano y europeo (alumnado y profesorado) en aras de la excelencia. Algunos colegios e institutos participan en programas internacionales, pero siempre en el ámbito europeo y de manera puntual. También tuvimos un intento con la Escuela de Negocios, cuyas premisas de partidas iban en este sentido, aprovechar la posición geográfica y dar una enseñanza de calidad. No terminó de consolidarse, no solo por la desgraciada muerte de su promotor y director, Arjan Sundardas, sino porque le coartaron su vocación internacional, obligándole a dar las clases en español y no en inglés, tal y como estaba previsto. Cuando estalló la crisis económica en 2008, uno de los primeros recortes que se hicieron fue en educación y más concretamente en las becas Erasmus, ante lo cual se opusieron no solamente la comunidad educativa, sino buena parte de los europeos porque todos coincidían que era una de las mejores medidas que había puesto en marcha la Unión Europea, porque había permitido un mejor conocimiento de Europa a sus ciudadanos. ¿Y si los estudiantes de Ceuta tuvieran la oportunidad de cursar un año en otro país africano?

Puede parecer complicado la internacionalización comentada, pero no es tan compleja. En los tres años que estuve enseñando en la Escuela Nacional de Arquitectura de Tetuán (ENAT), sentamos las bases para acercar Tetuán a África, nada sencillo pues la mayoría de marroquíes no se consideran realmente africanos. Antes de dejar la escuela, iniciamos un programa con la Universidad de Sevilla y el gobierno de Burkina Faso por el que este último utilizaría, para su primera escuela de arquitectura, nuestro modelo de enseñanza, en el que a pesar de no contar con suficientes medios materiales y de personal, sí teníamos una pedagogía un tanto vanguardista y sin las rigideces de las escuelas ya consolidadas (y anquilosadas). Ahora los estudiantes subsaharianos, que formarán la futura élite intelectual de esos países, en lugar de ir a Rabat vienen a Tetuán y poco a poco se está convirtiendo en una referencia educativa con una estrategia de apertura hacia el continente, incluso antes del discurso del rey Mohamed VI ante la Unión Africana en 2017, donde empezó a esbozar su estrategia para ganar presencia en África.

 

Además de atraer talento, también deberíamos exportarlo. Mi relación con diversas universidades marroquíes (Escuela Nacional de Arquitectura de Tetuán, Escuela Hassania de Obras Públicas de Casablanca e Instituto Nacional de Bellas Artes de Tetuán) me ha permitido observar la gran diferencia que hay entre desarrollar proyectos o programas de manera puntual, como hacen las universidades de la Península, e integrar profesores en el sistema educativo superior de Marruecos, como hacen los franceses que incluso tienen un organismo, Instituto de Investigación para el Desarrollo (IRD) dedicado a la investigación y formación de universitarios marroquíes. En Ceuta hay profesionales que podrían aportar mucho a Marruecos y al mismo tiempo también podrían adquirir conocimiento y relaciones que revertirían de manera positiva en la propia ciudad y en nuestras relaciones de vecindad, aunque ello requiera un planteamiento institucional que favorezca  dicha integración con ayudas para el aprendizaje de idiomas (francés, dariya y árabe estándar), para desarrollar investigaciones, para coordinar programas con otras universidades (europeas, africanas y árabes), para realizar cursos de formación especializados en la propia ciudad (tal y como se hace con el taller de arqueología en verano, pero dirigido a marroquíes)… Por desgracia, la falta de visión en este campo no es solo de las autoridades locales, es un mal que también afecta al Estado y a las universidades. En 2013 planteé una jornada sobre el desarrollo de las regiones en Marruecos en la Escuela Nacional de Arquitectura, ante los problemas que teníamos para convencer a las agencias urbanas de Tetuán y Tánger de la necesidad de trabajar de manera coordinada, como si ambas ciudades formaran parte de una área metropolitana (incluso iniciamos un proyecto en el seno de la escuela Métropole Tingitane), de tal manera que pudieran pensar políticas de desarrollo intermunicipales, algo a lo que tendrían que enfrentarse una vez aprobadas las regiones en 2015. El verdadero objetivo de la jornada era explicarles los desafíos del desarrollo territorial a los que se enfrentarían, tal y como tuvimos que hacer en España en los 90 con el Estado de las Autonomías, para que no cayesen en los mismos errores que nosotros y ofrecerles cooperación en ese sentido. Tras hablar con ellos personalmente, acordaron su participación dos personas, Adolfo Hernández Lafuente, que había participado muy activamente en el proceso de transferencia de competencias desde el Estado a las Comunidades Autónomas, y Omar Aziman, consejero real y presidente de la comisión que redactó el proyecto de regionalización en Marruecos. Ambos coincidieron en la necesidad y el momento de cambiar la mentalidad de los políticos y de los funcionarios del norte, que hasta entonces estaban acostumbrados  a que todas las decisiones se tomaran en Rabat. Al final la jornada no se materializó, la ENAT no tenía presupuesto para pagarle el viaje a los dos intervinientes y lo más increíble fue que la Embajada Española en Rabat no lo consideró interesante, con lo que se perdió la posibilidad de estrechar lazos a nivel autonómico entre los dos países, fuera de los protocolos que impone la diplomacia pero mucho más efectiva.

 

El último elemento que tendría que ser considerado en una estrategia educativa sería la investigación. En Ceuta se realizan investigaciones por parte de varias instituciones como el Instituto de Estudios Ceutíes, el Campus Universitario, la Estación de Biología Marina del Estrecho de la Universidad de Sevilla, algunos centros de educación primaria y secundaria… También vienen numerosos investigadores y universidades de todo el mundo (sociólogos, antropólogos, historiadores, arqueólogos, arquitectos, biólogos…), interesados por la inmigración, la frontera, la historia, el desarrollo territorial del norte de África y del Estrecho de Gibraltar (yo he tenido la oportunidad de trabajar con la Architectural Association London, la Bartlett School of Architecture de Londres, la Universidad de Michigan…) y sin embargo no hay un centro de referencia que recopile todas las investigaciones para evitar sus repeticiones y para facilitar el estudio (función que realizan el Instituto de Estudios Ceutíes o el Archivo de la Ciudad, pero sin medios). El principal problema radica en que no existe una política de investigaciones porque estas no se consideran realmente necesarias o porque lo consideran un gasto en lugar de una inversión. Sin embargo, antes ciertas carencias derivadas de nuestra posición geográfica, por ejemplo, nuestra dependencia energética, no nos podemos permitir el lujo de no investigar para rentabilizar los recursos energéticos de los que disponemos aunque no sean los tradicionales (viento, asoleamiento, corrientes marinas…), pero hay muchos otros campos que deberían desarrollarse a partir de investigaciones y no se hacen.  

 

. patrimonio histórico

Es cierto que nuestra autoridades hablan con frecuencia de nuestro patrimonio y que incluso se hacen inversiones (muchas de ellas por parte del Estado, no de la Ciudad), pero realmente no se creen el potencial que tiene, entre otras cosas porque lo desconocen, y lo que es peor, no aceptan nuestra propia historia, ocultándola incluso en sus discursos como hizo nuestro presidente en el Senado en 2011: una ciudad atractiva porque la historia ha dejado muchas huellas, una historia, por otra parte, rica, profunda, porque Ceuta fue fenicia, Ceuta le debe su nombre a Roma, Ceuta fue bizantina y visigoda. En 1415, Ceuta entra en la era moderna de la mano del Reino de Por­tugal…

Nuestro pasado entre los siglos VIII et XV no fue un pasado exclusivamente marroquí, de él también formaron parte numerosas tribus y dinastías del norte de África y de Oriente Medio. Gracias a nuestra posición geográfica Ceuta tuvo un papel fundamental dentro de la extensa red comercial que suponían las rutas de las caravanas y que posibilitaba el comercio entre Europa, África y Oriente Medio, pero no solo era comercio, ello suponía estar conectado con la vanguardia cultural y científica de esos siglos, también somos hereditarios de ese legado. Es desde esta perspectiva global desde la que tenemos que valorar nuestro patrimonio. 

Un patrimonio que también hemos exportado de alguna manera. Yo me siento particularmente orgulloso cuando visito la zawiya del Cadi Ayyad en Marrakech o la universidad de la misma ciudad que lleva su nombre (por cierto, nació en Ceuta pero su familia era originaria de Yemen). También me enorgullece cuando visito la zawiya de Sidi Bel Abbas en Marrakech y el morabito que nosotros tenemos. Ambos son ceutíes ilustres que formaron parte de los 7 santos de Marrakech, pero eran ceutíes que terminaron en la entonces capital de la dinastía almohade porque era una de las ciudades más cosmopolitas de Europa y de África (sin olvidar la importancia del geógrafo ceutí al-Idrisi). 

 
 

Dentro de las medidas enunciadas el Gobierno quiere solicitar la declaración de Patrimonio de la Humanidad para las Murallas Reales. De nuevo estamos ante una medida recurrente cada vez que hay elecciones, pero más allá de la pertinencia o no, muestra el desconocimiento (a veces incluso menosprecio) hacia la verdadera importancia de nuestro patrimonio. Hablan de él como si se hubieran aprendido de memoria un repertorio de frases hechas que hay que repetir constantemente en sus declaraciones para  dar a entender lo mucho que se preocupan por él, aunque no sepan realmente lo que significa y sus consecuencias identitarias, a veces negativas cuando lo hacen de manera partidaria (como con el proyecto de la Gran Vía y la omisión de la existencia de los restos de la Madrasa al-Jadida).

 

Desde mi punto de vista, lo más destacable de nuestro patrimonio no son solo las construcciones (sobre todo fortificaciones) que nos han legado nuestros “antepasados”, sino la mentalidad tanto de sus dirigentes como de los técnicos que las hicieron posibles, unas mentalidades que en la mayoría de los casos fueron vanguardistas, y no me refiero a una imagen o diseño, sino a las soluciones constructivas, tecnológicas y funcionales que propusieron ante los problemas que cada situación y cada tiempo planteaba a sus habitantes, incluso desafiando su supervivencia; son la muestra de creaciones muy contemporáneas ante situaciones extremas. Si queremos ser consecuentes con nuestros antepasados, si queremos ser nosotros mismos, lo que ahora necesitamos son respuestas vanguardistas ante la crisis y no un mero corta y pega de otros documentos y de otras ciudades. 

En septiembre de 2019 fui invitado a participar en unas reuniones de trabajo en la Academia del Reino de Marruecos, para estudiar las posibilidades que tendría en la Unesco la candidatura de la cuenca del río Noun (conocida históricamente como Noul Lamta, provincia de Guelmim) como Patrimonio de la Humanidad. Allí estábamos arquitectos, arqueólogos, historiadores y sociólogos debatiendo sobre la verdadera singularidad del patrimonio de esta región. No encontramos nada realmente singular que no existiera ya en otras provincias de Marruecos o de los países vecinos, algo contradictorio con el hecho de que ese punto hubiera sido uno de los principales centros logísticos de las caravanas saharianas en Marruecos y durante más de 10 siglos, sin embargo, el legado material no refleja su importancia histórica. En un momento dado propuse ampliar la zona a considerar, aunque esta se saliera del ámbito de Guelmim, porque quizás lo singular no era un punto geográfico en concreto, sino toda la red a la que estaba conectado, había que considerar pues los valles de los ríos Drâa y Ziz en Marruecos y quizás también los oasis del Adrar en Mauritania, puntos de llegada y partida de las caravanas gracias a la existencia de toda una red de oasis en ambas regiones (más información sobre las caravanas saharianas aquí). El representante de la Unesco razonó que ampliando el territorio, los detalles ya no tendrían tanta relevancia, lo realmente singular sería el conjunto, independientemente de si los otros países implicados se adhiriesen o no a la candidatura. 

 

Volviendo a Ceuta y formulando la misma pregunta que el responsable de la Unesco nos hacía en Rabat en relación a Noul Lamta y que es lo que plantean a cada ciudad o región candidata: 

¿Qué hace que Ceuta sea única en el mundo? 


Podemos tener en cuenta varios niveles; probablemente las Murallas Reales no sean consideradas tan singulares como para merecer el calificativo de Patrimonio de la Humanidad, aunque un estudio en profundidad de todo el conjunto y de su evolución histórica pudiera demostrar lo contrario, sobre todo tras los restos aparecidos durante las obras de la puerta Califal (a pesar de nuestros dirigentes que impidieron estudiar aún más el ámbito tal y como estaba recogido y presupuestado en el proyecto original). A otro nivel tenemos la relación de las Murallas Reales con el resto de fortificaciones portuguesas en África. También podríamos analizar la importancia de todas las fortificaciones que se hallan en nuestro territorio y que son testigos de siglos de historia; romanas, bizantinas, omeyas, almohades, meriníes, portuguesas y españolas; pero ya no se trata de una historia local, sino universal, con lo que la singularidad ya estaría presente. Pero es que además, ampliando nuevamente la zona de estudio, nos encontramos con un espacio geográfico como el estrecho de Gibraltar que sí es único en el mundo y nos permitiría rivalizar con cualquier otro candidato. Mientras nosotros no hacemos nada en ese sentido, Tánger inició hace un año esos trabajos para pedir su clasificación. Tánger, una ciudad con una historia paralela a Ceuta y que en esta cuestión también va por delante nuestra.    

Es cierto que las declaraciones de Patrimonio de la Humanidad se han convertido en un instrumento diplomático que puede dificultar una propuesta de Ceuta, pero independientemente de su obtención o no, lo verdaderamente relevante son los trabajos que deberían realizarse para la propuesta y que serían muy útiles tanto en la concretización de la IDENTIDAD de nuestra ciudad, como en el análisis del estado del patrimonio y de las medidas necesarias para su protección y divulgación, divulgación que se podría realizar desde ahora mismo, si se tuviera la actitud para invertir en ella, sobre todo cuando lo más importante, la investigación histórica y arqueológica, se ha realizado sistemáticamente desde hace decenios y sin embargo no hay una página web donde se vuelquen todos los datos traducidos en varios idiomas (la Ciudad tiene una página de Patrimonio Cultural pero por falta de medios lleva años sin ser actualizada), ni personal para trabajar en colaboración con la mayor base de datos de patrimonio islámico del mundo, ARCHNET (un proyecto de la fundación Aga Khan, la universidad de Harvard y el Instituto Tecnológico de Massachusetts), tal y como me han expresado sus responsables reiteradamente.

En definitiva, tenemos un patrimonio de un valor incalculable que aún resiste a pesar de nuestros políticos, al que en el año 2019 asignaron un gasto de 749.404,36 € (un 1,83% del capítulo de inversiones, siendo el presupuesto global de la ciudad de casi 300 millones de euros). Si queremos convencer a la Unesco o a los turistas de su importancia y singularidad, tendremos que intensificar el estudio de nuestro patrimonio y su influencia en nuestra IDENTIDAD, así como un programa de difusión local (empezando por nuestros representantes), nacional e internacional.

 

. cultura

Cuando se habla de las relaciones con Marruecos, es cierto que estamos a merced de lo que decidan sus funcionarios y sus políticos, también de los de Madrid. Todos tienen algo en común, el desconocimiento del uno sobre el otro, aunque no sea de manera proporcional y recíproca porque Marruecos nos conoce mucho mejor de lo que nosotros sabemos de ellos. Si queremos tener un tratado de buena vecindad no es suficiente con firmar un acuerdo, es necesario establecer toda una red de relaciones a ambos lados de la frontera y a múltiples niveles, pero siempre fuera de los cauces oficiales; dadas las reinvindicaciones de Marruecos, ellos nunca van a aceptar interlocutores oficiales de Ceuta. 

En el año 2000, en el Colegio Oficial de Arquitectos de Ceuta nos planteamos precisamente este aspecto, creíamos necesario establecer relaciones con los arquitectos del otro lado de la frontera. Con tal fin, empezamos a organizar una serie de exposiciones de arquitectura producidas por la Junta de Andalucía (que a su vez tenía su propia estrategia para ampliar sus relaciones con Marruecos) y que tenían como denominador común el patrimonio arquitectónico español en el norte de África (el militar se había incluso proyectado en Ceuta). La primera exposición que organizamos fue la Evolución Urbana de Larache, producida por la Junta de Andalucía y que el Instituto Cervantes se encargaba de exponer en diferentes ciudades de Marruecos. Desde el primer momento ambas instituciones se mostraron favorables a exponerla en Ceuta, pero teníamos que tener el consentimiento del alcalde de Larache, pues ellos se iban a quedar después con el material expositivo, y sobre todo porque nos hacía falta su permiso para poder pasar la exposición (dos camiones de tamaño medio) por una frontera en la que como sabemos, no hay aduana. Tanto el consejero de cultura como el delegado del gobierno (año 2000) de Ceuta nos dijeron que nunca íbamos a llevar a cabo la exposición porque las autoridades de Marruecos nunca lo permitirían. Al final no solo pasamos la exposición por la frontera, sino que el alcalde de Larache vino acompañado por cuatro concejales y el arquitecto municipal a la inauguración. Al final del acto el delegado del gobierno me dijo que cómo lo habíamos conseguido, yo le respondí que preguntando, en lugar de dar por hecho que cualquier propuesta ceutí iba a recibir una negativa por respuesta. Durante dos años seguimos organizando exposiciones y conferencias relacionadas con el norte de Marruecos y el patrimonio arquitectónico común y la percepción que tenían los arquitectos de Tetuán y Tánger hacia Ceuta empezó a cambiar. Al final, la falta de apoyo económico por parte de las instituciones, que no creían en la necesidad de establecer esta red de contactos (también de ciertos colegiados), nos obligó a dejar de organizar estas actividades culturales. 

 

Yo seguí creyendo en la necesidad de mantener contactos, por eso en el año 2002, durante el incidente de la isla del Perejil, aprovechando que estábamos con las obras del Desdoblamiento del Paseo de las Palmeras y ante el aparente estado prebélico que describía toda la prensa nacional, me propuse organizar desde la Fundación Foro del Estrecho una intervención artística de un pintor de Tetuán. Se trataba de hacer en dos días un mural en un quiosco de prensa que habíamos construido provisionalmente, pero el verdadero objetivo era aprovechar la presencia de los corresponsales de los medios de comunicación nacionales, para mostrarles que la vida en la ciudad seguía su rutina, y que no había ningún problema en que un marroquí, Freaky, estuviera haciendo un mural en pleno centro. Casi toda la prensa nacional escrita publicó la noticia al día siguiente y Antena 3 y Telecinco sacaron imágenes del artista mientras trabajaba en los informativos del mediodía. Meses más tardes, mientras una consejera de la ciudad me reprochaba la intervención (según ella no tenía calidad artística suficiente), el consejero de cultura de la embajada de España en Rabat me felicitaba, pues habían estado varios días encerrados en el búnker sin saber qué pasaba en Ceuta y al ver a Freaky en la televisión (al que conocía), se aliviaron al ver que la tensión no se había trasladado a la ciudad. En Tetuán, ocurrió lo mismo, cuando sus habitantes vieron en las noticias a un tetuaní pintando, se alegraron de que realmente no hubiera problemas entre españoles y marroquíes. Con esto no quiero decir que se evitó el conflicto armado, pero sí tuvo un impacto positivo en la percepción de la situación. La muestra de la utilidad (o incluso necesidad) de tejer estas relaciones extraoficiales me lo confirmó el propio Freaky tras la reunión que mantuvo un mes más tarde con un consejero real que quería saber qué hacía en Ceuta en esas fechas críticas, quién le había invitado, qué propósito perseguían con esa intervención artística… Freaky le habló de los miembros de la fundación, de nuestros numerosos viajes a Marruecos y de nuestras amistades con los intelectuales de Tetuán y Tánger. Al final el consejero real le dijo que se alegraba mucho de que en Ceuta hubiera personas con esas inquietudes y con interés por mantener buenas relaciones entre vecinos.

 

En 2015, durante el festival Taragalte que se celebra en M’Hamid El Ghizlane (uno de los principales puertos saharianos para el comercio de caravanas), tuvo lugar una mesa redonda con directores de festivales de las orillas norte y sur del Sáhara. Un maliense explicó lo que ocurrió cuando los extremistas tomaron el norte de Mali, donde ellos celebraban cada año el Festival au Désert y nos aconsejó a todos aquellos que vivíamos en zonas fronterizas que siempre, siempre había que mantener la comunicación con el otro y que lo más fácil era hacerlo a través de la cultura, porque en el momento en el que se corte la comunicación, entonces todo estará perdido. Ellos perdieron su desierto y el dolor que les acompaña desde entonces es indescriptible, por eso insistió, hay que mantener la comunicación, cueste lo que cueste… 

 

Desde el 2015 organizo con unos amigos marroquíes un evento cultural, Caravane Tighmert (versión más personal), en el oasis de Tighmert, Guelmim. Su importancia histórica y cultural no tiene un reflejo actualmente, al contrario, al ser la principal tribu saharaui, tienen bastantes problemas con las autoridades gubernamentales, por desconocimiento de estos últimos que con su inacción estaban generando indirectamente un gueto. Esa fue una de las razones por las que empezamos a proponer a artistas visuales y sonoros, bailarines y coreógrafos contemporáneos, cineastas, fotógrafos, músicos, arquitectos e investigadores que vinieran a investigar y producir creaciones artísticas basadas en la cultura local. A raíz de esas investigaciones nos dimos cuenta de las repercusiones que la red de caravanas había dejado en ese lugar en concreto, pero al mismo tiempo nos obligaba a profundizar en el estudio de otras regiones de Marruecos y de sus vecinos. Esa interrelación espacial y temporal a través de las caravanas nos ha permitido no solo conocer nuestro pasado, sí, Ceuta también estaba conectada a esa red, también a entender muchas de las situaciones actuales en estas regiones, de ahí la importancia de estas “estrategias” de conocimiento basadas en el patrimonio material e inmaterial y en la cultura contemporánea (desarrollo cultural en Marruecos). El año que viene empezaremos a desarrollar una actividad parecida en Ouadane, Mauritania, porque la relación entre Tighmert y Ouadane como puertos saharianos es la misma que tenemos nosotros con Algeciras. Caravane Tighmert es una muestra de cómo sin financiación se puede atraer talento artístico de países como Marruecos, Francia, Bélgica, Suiza, Alemania, Países Bajos, Italia, Chequia, EEUU, Palestina e Irak, también de las repercusiones que tiene en la población local las investigaciones culturales sobre IDENTIDAD y también del cambio de la percepción de las relaciones entre países con un legado histórico común. Estrategias muy modestas pero con una repercusión incluso a nivel africano, tal y como demuestra el interés de la feria de arte contemporáneo africano más importante que tiene lugar en Marrakech desde 2018, 1-54, al invitarnos a su su foro este mismo año.

 

Son muchos los ceutíes que mantienen contactos al otro lado de la frontera, a muy diferentes niveles, pero se menosprecia el potencial que tiene el simple conocimiento del otro. Incluso la propia Ciudad es incapaz de sacar provecho de sus propias “inversiones culturales”, probablemente tengamos la mejor colección de todo el país sobre pintura moderna y contemporánea de Marruecos, gracias a las adquisiciones que se hicieron con las numerosas exposiciones llevadas a cabo en sus museos, pero no se creen su utilidad y así, no se programan exposiciones fuera de Ceuta, no se traducen sus catálogos a otros idiomas, no se hacen páginas web con toda la información recogida durante decenios. Todo ese trabajo podría servir para generar relaciones y para cambiar la opinión que tienen muchos marroquíes sobre nosotros; la de veces que me ha tocado explicar la historia de Ceuta en ámbitos privados y públicos, con profesionales autónomos y con funcionarios, y lo poco que ellos saben de porqué Ceuta es española… 

La cultura, y en especial aquella que tenemos en común con Marruecos, es nuestra mejor baza para conocernos y para mantener relaciones de buena vecindad, pero hay que creérselo y hay que actuar en consecuencia.

 

. planificación del territorio

En 2002 durante la  presentación de las obras del Desdoblamiento del Paseo de las Palmeras dejábamos claro la importancia de entender la ciudad y hacer aportaciones que fueran coherentes, no con la imagen de lo ya construido, sino con las mentalidades que han ido dando forma a la historia de la ciudad y de sus habitantes. Así, en vez de limitarnos a resolver un mero problema de tráfico (objeto del concurso), quisimos aportar soluciones contemporáneas pero basadas en el patrimonio existente y en la IDENTIDAD de Ceuta, siempre adelantada a sus tiempos, como ocurrió con casi todas las fortificaciones, la arquitectura de los años 20-30 o el urbanismo (no consumado) de los 30. Al final de la presentación mencioné que si actualmente no teníamos una ciudad más contemporánea era únicamente porque no queríamos, no porque no pudiéramos o no supiéramos hacerla. Casi 20 años más tarde, sigo pensando lo mismo. 

 

En 2006 formé parte de un equipo de arquitectos, artistas y sociólogos marroquíes para trabajar sobre un plan estratégico que debía cambiar radicalmente la ciudad de Tánger, aprovechando su candidatura para la organización de la Exposición Universal de 2012, estudios que se llevarían a cabo independientemente de que se obtuviera o no la designación (al final se la llevó una ciudad coreana). Diversos grupos trabajaron sobre movilidad, viviendas y barrios insalubres, equipamientos, infraestructuras, espacios verdes, patrimonio cultural… Todos ellos coordinados por el propio gobernador y un grupo de técnicos. A nuestro equipo nos encomendaron introducir el arte contemporáneo en la ciudad como muestra de la contemporaneidad de Tánger. Tras examinar el resto de trabajos, llegamos a la conclusión de que la mayoría de las propuestas carecían de una verdadera vinculación con la esencia de la ciudad, así que hicimos un ejercicio por entenderla y aprehender su identidad. Hasta entonces, cualquier propuesta pública o privada de programas o proyectos para la ciudad, se basaban en la imagen del Tánger Internacional, que si bien es cierto que ha dejado un importante legado material e inmaterial, el Tánger de hoy en día era mucho más que eso. Visitando y analizando sobre todo los barrios periféricos, considerados como marginales, nos dimos cuenta del impacto que tenía la emigración del campo y de la repercusión que la ruralización tenía en la ciudad, percibida como negativa por la mayoría de ciudadanos. Aún recuerdo cuando le planteamos al gobernador cambiar la idea de Tánger como esa memoria mítica del período internacional, pues la parte de la ciudad asociada a esa historia suponía solamente el 15% de la totalidad de la superficie ocupada por la ciudad contemporánea. Proponíamos incluir esa población rural como nueva identidad, con reflejo en instalaciones artísticas en diversos barrios de la ciudad, pero también con intervenciones en el planeamiento urbanístico, concretamente en la realización de toda una red de espacios verdes que permitiría una comunicación desde el centro hasta los bosques periféricos de la ciudad, pero también desde los barrios periféricos al centro (y a las playas). Estos espacios tendrían que ser lo más natural posible, se trataba de introducir el campo en la ciudad y también de cohesionarla en lugar de segregarla.

 

Tras la presentación el gobernador nos dijo que habíamos cambiado por completo la identidad que él y muchos de los tangerinos atribuían a la ciudad, pero que teníamos razón y que el Tánger de hoy era otro y que muchos de los aspectos que se consideraban como perjudiciales (la ruralización), podían convertirse en una nueva seña de identidad que reflejara una realidad. ¿Sirvieron de algo esas reflexiones y esos trabajos? No hay más que comparar cómo estaba Tánger en 2006 y cómo está ahora, pero en el caso del puerto es más evidente. A pesar de haber seleccionado ya un proyecto tras un concurso, en el que se demolía todo y se planteaba una mera urbanización de grandes espacios, nosotros propusimos una rehabilitación de los espacios portuarios, manteniendo los edificios que fueran útiles y tratando el puerto como una extensión de la ciudad, quedando este integrado en el centro y aportando áreas que reducían la carencia de espacios libres y equipamientos; se trataba de pensar el puerto como ciudad y no como un ente independiente, que es lo que ocurre en la mayoría de las ciudades portuarias, entre ellas la nuestra.

 
 
 

Dejando a un lado la relación entre identidad y urbanismo, una de las principales causas que ha generado la crisis actual se debe a la ausencia total de planificación en estos últimos 20 años, en la que el urbanismo se ha limitado a cumplir con unos expedientes y normativas, siendo las propuestas completamente ajenas a nuestra identidad. La revisión del Plan General de Ordenación Urbana no aporta valor alguno a la ciudad, solo pone en limpio la  multitud de modificaciones puntuales realizadas hasta la fecha. Es cierto que la Ley del Suelo (estatal) vigente, nos coarta la  capacidad vanguardista  que siempre ha tenido Ceuta, por ello, hay que ir más allá, cambiando, actualizando y adaptando a las peculiaridades de la ciudad, la normativa urbanística. Sin una Ley del Suelo, una Ley de Arquitectura y una Ley de Cambio Climático y Transición Energética específicas para Ceuta, no saldremos de la crisis, con la aprobación de la revisión del Plan General de Ordenación Urbana, no será suficiente.

 

Pero incluso antes de elaborar esas leyes, tendremos que preguntarnos qué tipo de ciudad queremos y/o necesitamos. ¿Queremos una ciudad en altura? ¿Vamos a basar la estrategia de crecimiento ganándole terrenos al mar o quitándoselo a los espacios verdes actuales? ¿Vamos a apostar por un red de transporte que no contamine? ¿Vamos a generar nuestra propia energía? Podría continuar con innumerables cuestiones que nuestras autoridades nunca pensarían que pudieran ser necesarias y/o posibles, por lo tanto ni se las plantean, pero hay un hecho, la ciudad en cuanto ente urbanístico lleva décadas en declive y ello tiene consecuencias, algunas perceptibles como la crisis actual, otras pasan ahora desapercibidas, pero serán las causantes de nuevas crisis y mucho más profundas en un futuro. Hay que tener en cuenta que el tiempo en planificación urbana es mucho más dilatado y desde que se toma una decisión hasta que se ejecuta y se observan sus beneficios pueden pasar 10 o 20 años, por ello es imprescindible la planificación, pero con criterio.

 

Para saber qué tipo de ciudad queremos, hay que dejar de lado los coeficientes y estándares que marque la Ley del Suelo, sobre todo si no está adaptada a una ciudad como la nuestra, y hacerse una serie de preguntas que aparentemente no tienen nada que ver con el urbanismo, pero sin este no se podrán realizar. Por ejemplo, ¿qué implica que una ciudad tenga calidad de vida? ¿Qué queremos, y qué podemos ofrecer a nuestros jóvenes para que no se vean forzados a emigrar o para que profesionales puedan establecerse y cubrir las carencias de nuestro sistema?  De 2003 a 2011 viví entre Ceuta y Lyon y nada más llegar vi en una publicidad institucional el calendario con el desarrollo de las inversiones aprobadas por el área metropolitana (Grand Lyon). La planificación tenía una duración de 15 años y respondía a una estrategia, estar entre las 15 ciudades europeas con mejor calidad de vida. Hay diversas clasificaciones, como la Mercer, en las que se tienen en cuenta una serie de factores: delincuencia, gestión de residuos, accesibilidad al transporte público, suministro de electricidad, disponibilidad de servicios telefónicos o clima. Estos indicadores son utilizados por las autoridades para conocer mejor las necesidades de la ciudad y atraer profesionales, porque son los argumentos en los que se basará un cargo de una multinacional para instalarse o no con su familia y si no se dan las condiciones óptimas, entonces la empresa ni tan si quiera se instalará en esa ciudad. En 2019 y tras 15 años de inversiones, Lyon estaba en el puesto  40, pero del mundo y puedo dar fe de la calidad de vida que tiene, por lo bien comunicada que está con Europa, por la red de espacios verdes, por la calidad de sus universidades, de su sanidad, y por la amplia oferta cultural contemporánea. Según otra clasificación, la de ciudad más atractiva para los inversores extranjeros, Lyon ocupaba el décimo puesto en Europa (según Financial Times – FDI Intelligence).

 

Evidentemente Ceuta no puede competir con Lyon, pero tiene elementos y factores de los que carecen los franceses y sobre los que se podría basar una estrategia para atraer, por ejemplo, especialistas para el hospital universitario o para otros sectores. 

Si Lyon está muy bien conectada con Europa, nosotros lo estamos con África tal y como expliqué en una presentación organizada por el Instituto de Estudios Ceutíes el 19 de diciembre de 2019. Tenemos toda una red de autopistas, de aeropuertos y de trenes de alta velocidad justo al otro lado de la frontera, y que no nos ha costado nada, por el contrario, para poder usarlas, necesitamos hacer una inversión, la frontera, y par ello necesitamos ganarle terrenos al mar, y no solo para el puesto fronterizo, sino para toda la zona, pero volvemos a encontrarnos con un impedimento, no es posible con la Ley del Suelo actual. Necesitamos una nueva Ley del Suelo que nos dé la posibilidad de tener un Plan Director Territorial de Coordinación, el cual nos permitirá proponer actuaciones en el puerto y en el mar y que no se pueden llevar a cabo desde el PGOU.

. conclusiones

Estos son solo algunos ejemplos de temas que tienen una incidencia directa o indirecta en nuestra IDENTIDAD y que por tanto podrían, y deberían, tenerse en cuenta a la hora de pensar en una estrategia que nos saque de las crisis. Desgraciadamente, dudo personalmente que tan siquiera se evoquen en los grupos de trabajo de la Ciudad y de la Delegación del Gobierno que están buscando, o negociando, soluciones.

Las crisis que nos azotan son de tal intensidad y profundidad que no podrán resolverse solamente con algunas medidas económicas, será imprescindible meditar una metodología de trabajo en la que las instituciones pongan los medios, pero que sea independiente, en la que se articulen estudios previos que permitan hacer un diagnóstico de la situación, para posteriormente realizar una reflexión cabal y participativa sobre los problemas y sus posibles soluciones en función de nuestras propias posibilidades, y que finalmente organice la gestión y el control de las medidas que se vayan a poner en marcha en concordancia con los instrumentos legales ya existentes o con los nuevos que haya que crear para el efecto.

Cuanto más tardemos en actuar de una manera racional, más se demorará la salida de las diferentes crisis; de ellas no saldremos si no somos consecuentes con lo que hemos sido y somos, y si no tenemos en cuenta nuestra IDENTIDAD, que debería ser la base de nuestro futuro.

 

Ceuta, junio de 2020

textos y fotos Ⓒ Carlos Pérez Marín